Entrevistamos al naturalista, escritor y conferenciante, que participará en la próxima edición del certamen. Nos detalla por qué es importante cambiar el modelo y lograr que los cementerios se conviertan en espacios medioambientalmente sostenibles.
Pregunta. Eres asesor de Funespaña y colaborador habitual de Adiós Cultural, ¿cómo llegaste al sector funerario y por qué decidiste quedarte?
Respuesta. De una forma bastante espontánea. Yo había descrito la inhumación de las cenizas de mi sobrina Valeria bajo un gran roble en mi terruño extremeño. Algo que entronca claramente con los contenidos de la revista ADIÓS. Conozco a Jesús Pozo desde hace unos diez años y siempre hemos compartido lo esencial. Fue él quien me introdujo en el mundo de las funerarias para que, como conocedor de los árboles, aportara mis conocimientos al diseño de cementerios/bosque. Me gustaría colaborar hasta que sea una norma y no una excepción el enterrar a nuestros allegados entre las raíces de los árboles.
P. Eres jurado del concurso de cementerios que organiza Funespaña, ¿qué es lo que tienes en cuenta a la hora de elegir el mejor?
R. Ser jurado de los premios a la mejor conducta medioambiental resulta bastante sencillo. Premiamos el compromiso ambiental y, claro, las medidas que minimicen el daño al derredor. La naturalización, es uno de los primeros aspectos. Tenemos muy en cuenta el ahorro de energía y el control de cualquier fuente de contaminación. La creación de nuevas oportunidades para la fauna y la flora recibe también una excelente valoración. Todo ello desde la seguridad de que todas las fases de la actuación de las funerarias pueden hacerse con menos impactos ambientales… Lo más determinante hoy, dado el calentamiento global, es la reducción del gasto energético
P. ¿Por qué son importantes los cementerios en las ciudades, desde tu punto de vista?
Los cementerios resultan inseparables de todo tipo de poblamiento humano. Lo mejor sería que no estuvieran dentro de las ciudades, pero el crecimiento de las mismas los ha engullido en numerosas ocasiones. Soy partidario de que se conviertan en espacios densamente arbolados y con el menor asfalto y cemento posible. Es decir que funcionen como contrapunto del ruido y la masificación.
P. Abogas por vivificar más los cementerios, ¿cómo se puede hacer realidad esta tarea que planteas?
R. El principal recurso es la vegetación, en todas sus manifestaciones. Los cementerios deben tener setos que los aíslen de los contaminantes básicos de la urbe. Las zonas de pradera deben ser generosas. Pero sobre todo tendrán muchos, muchísimos árboles. Tanto como elementos que adornan como, y esto es lo fundamental, como las nuevas tumbas para llevar a cabo las inhumaciones. Cabe dotarlos de refugios de fauna, lugares para incrementar la presencia de insectos, pedreras para reptiles, colmenares, palomares. Incluso sería excelente que incluyan pequeños aguazales para la fauna de anfibios.
P. También defiendes que los entierros tengan un impacto ambiental cero, ¿cuáles son los pasos que habría que seguir para conseguirlo?
R. El impacto ambiental cero solo se conseguiría si se enterraran cuerpos enteros en ataúdes de madera certificada y bajo un árbol. Se podría exigir incluso que las excavaciones no se hagan con maquinaria pesada. No es fácil. Sí, en cambio, reducir bastante la huella de carbono.
P. Como bien dices, son lugares de esparcimiento y comunión con la naturaleza, pero también espacios donde identificar especies vegetales y animales, ¿cómo crees que se puede potenciar esa tendencia?
R. Además de sosiego y respeto hacia los que descansan en los cementerios, cuando estos queden naturalizados también pueden contribuir al conocimiento, amor y defensa de la natura. Nada infrecuente resulta el poder observar un par de docenas de especies de aves. O cincuenta plantas diferentes. O unos pocos insectos.
Con itinerarios y cartelas de identificación en determinados puntos un recorrido por un cementerio puede deparar mucha información de tipo naturalístico. Si se hace en grupo y con escolares puede suponer una notable función pedagógica.
P. ¿Qué nos puedes contar el Bosque de la Vida, en Alcalá de Henares?
R. El Bosque de la Vida en Alcalá de Henares es un ilusionante proyecto, impulsado por José Vicente Aparicio y el que intento colaborar con todos mis conocimientos tras cincuenta años estudiando y defendiendo la Natura.
Se basa en los aspectos ya comentados. Pretendemos generalizar el enterramiento bajo árbol con escasa perturbación del suelo y la vegetación. Pretendemos que todo tenga mucho más el aspecto de una arboleda espontánea que de cualquier otra cosa. Queremos que todo contribuya a la fijación de carbono y la multiplicación de la diversidad biológica.
Queremos que quien visite las tumbas/árbol de sus allegados reciba el principal regalo de los bosques: el descanso y la serenidad.